Érase una vez que los cuatro mensajeros enviados al reino de Fantasía por un mismo fin, partieron para detener a su enemiga, la nada.
En los primeros metros, el comerrocas mejor llamado Pyernrazjzark cayó en la nada y no se sabe qué pasó. El caracol del diminutense comenzó a volar.
—¿Qué hacés? — dijo el pobre diminutense.
—Nada — contestó el caracol — No sé qué me pasa.
Luego de varios segundos no se los veía. El fuego fatuo, ya sin fuerzas, se volvió agua y ya no se mueve tan ágilmente como lo venía haciendo.
— ¿Qué está pasando? — comentó el silfo, que lentamente se hundía en la arena. Pero como nadie estaba ahí, se cayó en la arena y murió ahogado, en cambio el vampiro cayó a la nada.
Luego de varias horas todos, menos el silfo aparecieron en un tramo de una calle desconocida, pero ahí se encontraba la casa de una bruja la cual parece ser la de la hechicera del mediodía. En ese instante los mensajeros caen sobre su tumba en medio de su jardín. Luego del hecho, se encontraron con que Atreyu se encontraba en el baño.
— ¿Qué haces aquí? — preguntó Atreyu.
— Es una larga historia— respondió el comerrocas.
En fin, los mensajeros y Atreyu zarparon en el murciélago del silfo hacia la torre de marfil. En la misma se encontraba la emperatriz infantil, quien estaba muy enferma, cerca de la muerte. En medio de su camino se encontraban con Vetusta Morla y los gnomos quienes andaban vagueando y se unieron en el viaje a la torre de marfil.
Ya casi llegando a la torre, al comerrocas le dio hambre,los demás también tenían hambre todos pararon a almorzar.
Al fin y al cabo los mensajeros, Vetusta Morla, los gnomos y Atreyu llegaron a la torre de marfil, pero se encontraron con que la emperatriz había muerto.
Todos se estaban yendo, casi nadie quedaba, solo los mensajeros y sus acompañantes.
— Fantasía va a dejar de existir— exclamó el comerrocas, mientras que en la pared del cuarto se encendía una luz y aparecía Bastian y de a poquito a poquito la emperatriz estaba reviviendo.
— ¡No puede ser! — exclamó el fuego fatuo, que empezaba a decir sus primeras palabras.
Cuando se supo que la emperatriz había revivido y Bastian había llegado, fantasía volvió a ser como siempre había sido.